El conde de Cedillo, en su discurso ante la Real Academia de la Historia del 23 de junio de 1901, titulado "Toledo en el siglo XVI después del vencimiento de las comunidades", no dejó escapar la oportunidad de ensalzar a Luisa Sigea y su hermana Ángela, como ejemplo de mujeres doctas de aquel siglo. Eso sí, con la falsa pretensión de que eran "toledanas".
Cfr.: López de Ayala y Álvarez de Toledo, Jerónimo. Discurso leído ante la Real Academia de la Historia, el día 23 de junio de 1901. Toledo en el siglo XVI después del vencimiento de las comunidades. Madrid: Hijos de M. G. Hernández, 1901, pág. 89.
«A todas ellas superaron las dos hermanas Sigeas, francesas por su estirpe paterna y toledanas de nacimiento. Ángela brilló por su destreza sin rival en la música, como tratadista, compositora y ejecutante. Pero, a muy más gran altura subió Luisa, a quien con razón se consideró gloria de su sexo, asombro del varonil y prodigio de la naturaleza. Luisa Sigea llenó a Europa con su fama, admirada por los sabios y cantada por los poetas. La poesía latina y castellana contábanla entre sus cultivadores; corrían parejas en ella la erudición en todo género de disciplinas y el juicio sólido y seguro; la Filosofía iluminó con sus luces su entendimiento; su asombrosa facilidad en los estudios filológicos hiciéronle familiar las lenguas latina, griega, arábiga, hebrea, caldea y siriaca. La Sigea mantenía correspondencia en estos idiomas con el Papa Paulo III, a quien maravillaban y deleitaban sus cartas. Si todo ello asombra en aquella mujer excepcional, sube el asombro de punto al considerar que adquirió tal ciencia en sus primeros años, pues Luisa, cual los amados de los dioses—que dijo Menandro, —murió muy joven».
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