domingo, 31 de julio de 2022

LUISA SIGEA EN "LES TRES-MERVEILLEUSES VICTOIRES DES FEMMES DU NOUVEAU MONDE...", de GUILLAUME POSTEL


Esta es una alabanza en vida, realizada en 1553, por el humanista francés Guillaume Postel (1510-1581), gran conocedor de las lenguas latina, griega, hebrea, siriaca y árabe, en: "Les Tres-Merveilleuses Victoires des Femmes du Nouveau Monde, et comment elles doibvent à tout le mon par raison commander, & même à ceulx qui auront la Monarchie du Monde vieil". Paris: chez Jehan Ruelle, à la Queuë de Regnard, ruë Sainct Jacques, 1553, Cap. VI, pág. 19.


"Je laisseray l'Aspasia de Platon, l'Olympias homerique, la Poetesse Sapfon, la Gracche Cornale, Jehanne l'Angloise papesse, les filles de feu M. Thomas Morus, celle de Budé et autres innumerables, et mettra ce parangon, qui auhjourd'huy en Portugal par le sçavoir de diverses langues et d'humaines sciences, surmonte non-seulement toutes les femmes, mais par adventure tous les hommes de son siècle. C'est la Signora ô Dueña Luigia Sigea, Damoyselle d'honneur de la Signora Dona Maria, seur du Roy de Portugal, laquelle l'an 22 de son aage, l'an 1548, par experience monstra, escrivant au Pape Paule (de respondre en arabic, et en chjaldé, à laquelle fus par le dict Pape faict prier) en latin, en grec, en hebreu, en chaldé et en arabic par tout doctissimement, combien il y ha en elle de sçavoir. Car oultre la cognoissance des dites langues, elle a veu tout le cours des disciplines et sacrées et humaines, chose qui monstre que à la femme n'est rien impossible. Nous avons veu en nostre temps à Romme la Signora Isabella Rosera, gentilfemme espagnole, du temps du Pape Paule, faire profession de lire les plus difficiles oeuvres latins de l'Escot avec tres grand auditoire de Cardinaux et gentz doctes...



[Trad.: Dejaré a la Aspasia de Platón, a la Olimpia homérica, a la poetisa Safo, a la Graca Cornelia, a la papisa inglesa Joana, a las hijas del difunto M. Thomas Moro, la de Budé y otras innumerables, y pondré a este modelo, que hoy hay en Portugal, por el conocimiento de varios idiomas y ciencias humanas, quien vence no solo a todas las mujeres, sino por aventura a todos los hombres de su siglo. Es la Signora o Dueña Luisa Sigea, dama de honor de la Signora Doña María, hermana del Rey de Portugal, quien en el año 22 de su edad, en el año 1548, para mostrar su experiencia, escribiendo al Papa Pablo (con contestación en árabe, y en caldeo, a la que dicho Papa complació) en latín, en griego, en hebreo, en caldeo y en árabe, todo doctisimamente, cuanto hay en ello que saber. Porque, además del conocimiento de dichos lenguajes, conoce todo el curso de las disciplinas y lo sagrado y lo humano, cosa que demuestra que para la mujer nada hay imposible. Vimos en nuestro tiempo en Roma a la Signora Isabella Rosera, una dama española, en la época del Papa Paulo, haciendo profesión de leer las obras latinas más difíciles del Escoto con una audiencia muy numerosa de cardenales y docta gente...".].

viernes, 29 de julio de 2022

LUISA SIGEA EN "VARIA HISTORIA DE SANCTAS E ILLUSTRES MUGERES EN TODO GÉNERO DE VIRTUDES " de JUAN PÉREZ DE MOYA

Aparece en Pérez de Moya, Juan. "Varia historia de sanctas e illustres mugeres en todo género de virtudes". Madrid: Francisco Sánchez, 1583, fol. 310r.



"Luisa Sigea, que algunos dizen Aloisia Sigea, natural toledana, criada de la casa real de Portugal, fue doctísima en cosas de humanidad. Escrivió a Paulo Pontífice Romano 3, cartas en latín, griego, y hebreo y syrio y otras lenguas. Autor es Juan Vaseo en la Chrónica de España, Tomo I, cap. 9."

miércoles, 27 de julio de 2022

LUISA SIGEA EN LA "CARTA EJECUTORIA", de FELICIANA ENRÍQUEZ DE GUZMÁN, contenida en la "TRAGICOMEDIA DE LOS JARDINES Y CAMPOS SÁBEOS".


El texto pertenece a la "Carta ejecutoria" de la "Tragicomedia de los jardines y campos sábeos", de 1624" de Feliciana Enríquez de Guzmán, que aparece el final de la obra, fol. 46 v.




"...la eruditíssima Sigea Toledana, a quien por sus letras latinas y hebreas, la Serenísima Reina de Portugal, con increyble admiración, recibió en su casa, y hizo Maestra de la Classe, que en ella tenía de mugeres ilustres".

LUISA SIGEA EN "LA POESÍA DEFENDIDA Y DIFINIDA, MONTALBÁN ALABADO", de GUTIERRE MARQUÉS DE CAREAGA

martes, 26 de julio de 2022

LUISA SIGEA EN "LE GLORIE IMMORTALI DE' TRIONFI, ET HEROICHE IMPRESE D'OTTOCENTO QUARANTACINQUE DONNE ILLUSTRI ANTICHE, E MODERNE...", de PEDRO PABLO DE RIBERA.

Refrencia aparecida en Ribera Valentiano, Pietro Paolo. Le glorie immortali de' trionfi, et heroiche imprese d'ottocento quarantacinque donne illustri antiche, e moderne... Venetia: Evangelista Deuchino, 1609, pág. 295:

"De le donne illustri".

Di Luisa Sigea, o sia Aluisa Sigea. Art. 371

"Scriue un autore di Luisa Sigea (o Aluisa Sigea secondo alcuni), Spanola Toledana creata nella Regale casa de Portogallo, che fu dottissima in humanità; la quale scrisse lettere a Paolo Terzo Pontifice Romano in varie lingue: cioè in Greco, latino, Hebreo e Siro, le cui hauea famigliari, & altre, come la propia".

[Consigna como referencia a Joan Vaseus, in Cron. Hisp., 10, I, cap. 9.]

[Trad.: "Escribe un autor sobre Luisa Sigea (o Aloisa Sigea según otros), española toledana criada en la real casa de Portugal, que fue doctísima en humanidades, la cual escribió una carta a Pablo III, Pontífice Romano, en varias lenguas: esto es, en griego, latín, hebreo y caldeo, las cuales le eran familiares, y otras, como la propia"].

"LUISA SIGEA TOLEDANA", por FERNANDO ALLUÉ Y MORER

Artículo aparecido en "Ayer y Hoy", 38 (noviembre-diciembre de 1953), pp. 2-3.

(De la Real Academia de Bellas Artes y Ciencias Históricas de Toledo).


[pág. 2 →] Qué inmenso, qué universal prestigio rodeó en su tiempo a las dos hermanas Sigea, Luisa y Angela. De ellas guarda la Biblioteca del Hospital de Santa Cruz de Mendoza, de Toledo, sendos retratos, con esta precisa —y preciosa— indicación al pie: «Toletana». Mas ello es pintar como querer, pues los óleos, que aspiran a tener sentido iconográfico, pertenecen a buen seguro al siglo XVIII y por tanto elaborados muchísimo tiempo después de la muerte de ambas.

¡Qué universal prestigio! Constituyen realce vivo, latente, de lo docto, de todo aquello que se calificó muy exactamente con la palabra humanismo. Se trata de dos preclaras humanistas, de dos féminas «didácticas», como lo fueron también otras, magníficas, de aquella época admirable del Renacimiento español, glorias áureas del siglo XVI : Beatriz Galindo y Oliva Sabuco de Nantes.

Es de Luisa, mas no de Angela, de quien ha quedado relevante memoria. Y así puede permitirse exclamar con asombro, viviente todavía la primera, Alfonso Fernández de Madrid, en su libro «De la antigüedad y nobleza de la ciudad de Palencia»: «Sobre todas parece cosa monstruosa y que se debe contar por cosa de prodigio en este tiempo. Esta es una dueña llamada Luisa Sigea que al presente [1556] vive en Burgos» (1). Y, en versos latinos, el dominico portugués Andrés Resendio, preceptor que fue, en los alcázares lusitanos, de próximos deudos del rey Juan III, en una epístola a María de Portugal —la que sería más tarde primera esposa de nuestro Felipe II (2)—, dibujar estos extremosos ditirambos:

Altera Sygaea est, virgo admirabilis, unam
quam natura potens ideo produxit, ut esset
faemina, quae maribus vitam opprobrare supinam
posset, et ignavos magno adfecisse rubore.
(3)

¡Altísimo prestigio humanístico el de esta doncella, que perdurará aún incólume en el siglo siguiente! Compruébase ello bien mediante el fehaciente testimonio de Nicolás Antonio, quien en su «Bibliotheca Hispana» conságrala más de tres columnas, con noticias biobibliográíicas entusiastas (4); casi tanto espacio como el dedicado por él al «Monstruo de la Naturaleza», Lope de Vega, y desde luego muchísimo más que, por ejemplo, al gran precursor del teatro español Lope de Rueda, a quien apenas ofrece unas vagas e inexpresivas líneas de mención.

Hay también en la segunda mitad del siglo XVI, otra prueba evidente de la impresionante gloria de Luisa Sigea. El toledano.Gregorio Hernández de Velasco, en una traducción a nuestro idioma del libro latino «De partu Virginis»(5), del italiano Jacobo Sannazaro (el inmortal poeta de «La Arcadia», que tan decisiva influencia había de ejercer en todas las literaturas románicas), inserta cierto «Catálogo de algunos claros varones de Toledo, en octavas», en que celebra —según Pisa- la «honrada memoria de algunas personas señaladas que florecieron en esta ciudad y algunos otros poetas españoles de su tiempo que fue bien cercano al presente [1605]» (6). A la Sigea ofrenda Hernández de Velasco esta octava, en italiano de la propia cosecha:

Ecco insu il scoglio inclita Sigea,
dei biondo Apolo e dulce pegno,
cristiana Cintia, casta Citerea,
del alme Aonie dal tempio degno:
questa è ch'il mondo non che Hesperia vea,
questa è incui sola e più ch'humano ingegno
fe il largo ciel' l'estremo di sua possa,
non vide il sol tal spirto in carne e ossa.
[Cfr. nuestra entrada en este blog: "Octava de Gregorio Fernández de Velasco".]

lunes, 25 de julio de 2022

"LITERATAS ESPAÑOLAS: LUISA SIGEA" de GUMERSINDO LAVERDE RUIZ

Artículo aparecido en el "Círculo científico y literario", número 3, del 24 de febrero de 1854, pp. 36-39.

A mi amigo Aureliano Valdés.

Suele encontrar el historiador, al tender sobre el pasado sus reflexivas miradas, algunas grandiosas figuras que ceñidas con el laurel de la inmortalidad, le indican inmutables los vuelos y las caidas del espíritu humano en su tortuosa carrera al través de las generaciones; a la manera que las enormes columnas plantadas en las márgenes del Nilo decían a los egipcios el crecimiento que, en sus periódicas inundaciones, alcanzaban las aguas de aquel río misterioso. El alma se detiene atónita en su presencia, porque en ellas mira, ya el reflejo de las fases más luminosas de la humanidad, ya el principio de sus trascendentales expansiones, tal vez la síntesis de algún grande periodo de su existencia. Así en Saffo se nos revela aquel vago presentimiento del corazón cristiano, que estaba generalmente difundido como una luz tenue y casi imperceptible, entre las impuras tinieblas del paganismo; así vemos en Cleopatra la personificación de la República romana, muerta por su liviandad y por sus vicios: en Juana de Arco la fe varonil y el sublime entusiasmo que animaron a la Edad media; en Mme. Stáel la inteligencia robustecida en el infortunio, luchando brazo a brazo con la tiranía y el materialismo; y finalmente para venir a nuestro asunto después de haber trazado este gran círculo en el campo de la historia, en Luisa Sigea la última y fiel expresión de aquella famosa era literaria del renacimiento que, sordamente preparada en medio de la barbarie de los tiempos bajos, vino a desplegar en el siglo XVI todo su esplendor y magnificencia, impulsada por la brújula, por la imprenta y por otros importantísimos descubrimientos, a cuyo fecundo influjo parecían levantarse del sepulcro los colosos de la cultura griega y latina, para labrar el engrandecimiento de las modernas sociedades. Cuando en tan dilatado teatro apareció Luisa Sigea, descollando a una inmensa altura, era quizá la época en que había llegado a su colmo aquel movimiento universal de las inteligencias. Luisa Sigea fue el foco en que se reflejaron, por decirlo así, todos los rayos de aquel astro regenerador salido, poco había aun, de las tinieblas del pasado a transformar el mundo.

Nació en Toledo el año de 1527. Desde temprana edad comenzó a manifestar las claras dotes de su espíritu y su ardiente afición a las letras, tal que adoctrinada por su padre Diego Sigea, francés de nación y docto humanista, tenía ya a los diez años noticias no vulgares de la literatura griega y latina, sabiendo de memoria gran parte de las obras de sus más célebres escritores.

Estaría Luisa en el año catorce de su vida, cuando tuvo que pasar a Lisboa con su padre llamado para enseñar a Teodosio, duque de Braganza y a sus hermanos, por el rey Juan II, gran protector de las letras, a cuyo oído llegaran los superiores conocimientos que poseía. Allí continuó la joven toledana, arrastrada de su cada vez más ferviente vocación y dirigida por hábiles profesores, ensanchando incesantemente los límites de su entendimiento con el cultivo constante y metódico de las letras y de las ciencias. No tardó la fama en divulgar su nombre por Lisboa, hasta llevarle a la princesa doña María, muy sabia en filosofía y sagrada escritura, la cual no satisfecha con esto y deseosa de adquirir más vasta erudición, hizo que Luisa entrase a su servicio (1543); y unidas por los lazos de tierna amistad, se dedicaron al par a concienzudos estudios sobre los idiomas exóticos, en los que consiguieron tales adelantos que, aun en el siglo XVI admiraron a las gentes más doctas.