BIBLIOGRAFÍA
BIBLIOGRAFÍA
Esta es una alabanza en vida, realizada en 1553, por el humanista francés Guillaume Postel (1510-1581), gran conocedor de las lenguas latina, griega, hebrea, siriaca y árabe, en: "Les Tres-Merveilleuses Victoires des Femmes du Nouveau Monde, et comment elles doibvent à tout le mon par raison commander, & même à ceulx qui auront la Monarchie du Monde vieil". Paris: chez Jehan Ruelle, à la Queuë de Regnard, ruë Sainct Jacques, 1553, Cap. VI, pág. 19.
[Trad.: Dejaré a la Aspasia de Platón, a la Olimpia homérica, a la poetisa Safo, a la Graca Cornelia, a la papisa inglesa Joana, a las hijas del difunto M. Thomas Moro, la de Budé y otras innumerables, y pondré a este modelo, que hoy hay en Portugal, por el conocimiento de varios idiomas y ciencias humanas, quien vence no solo a todas las mujeres, sino por aventura a todos los hombres de su siglo. Es la Signora o Dueña Luisa Sigea, dama de honor de la Signora Doña María, hermana del Rey de Portugal, quien en el año 22 de su edad, en el año 1548, para mostrar su experiencia, escribiendo al Papa Pablo (con contestación en árabe, y en caldeo, a la que dicho Papa complació) en latín, en griego, en hebreo, en caldeo y en árabe, todo doctisimamente, cuanto hay en ello que saber. Porque, además del conocimiento de dichos lenguajes, conoce todo el curso de las disciplinas y lo sagrado y lo humano, cosa que demuestra que para la mujer nada hay imposible. Vimos en nuestro tiempo en Roma a la Signora Isabella Rosera, una dama española, en la época del Papa Paulo, haciendo profesión de leer las obras latinas más difíciles del Escoto con una audiencia muy numerosa de cardenales y docta gente...".].
"Luisa Sigea, que algunos dizen Aloisia Sigea, natural toledana, criada de la casa real de Portugal, fue doctísima en cosas de humanidad. Escrivió a Paulo Pontífice Romano 3, cartas en latín, griego, y hebreo y syrio y otras lenguas. Autor es Juan Vaseo en la Chrónica de España, Tomo I, cap. 9."
El texto pertenece a la "Carta ejecutoria" de la "Tragicomedia de los jardines y campos sábeos", de 1624" de Feliciana Enríquez de Guzmán, que aparece el final de la obra, fol. 46 v.
"...la eruditíssima Sigea Toledana, a quien por sus letras latinas y hebreas, la Serenísima Reina de Portugal, con increyble admiración, recibió en su casa, y hizo Maestra de la Classe, que en ella tenía de mugeres ilustres".
"De le donne illustri".
Di Luisa Sigea, o sia Aluisa Sigea. Art. 371
"Scriue un autore di Luisa Sigea (o Aluisa Sigea secondo alcuni), Spanola Toledana creata nella Regale casa de Portogallo, che fu dottissima in humanità; la quale scrisse lettere a Paolo Terzo Pontifice Romano in varie lingue: cioè in Greco, latino, Hebreo e Siro, le cui hauea famigliari, & altre, come la propia".
[Consigna como referencia a Joan Vaseus, in Cron. Hisp., 10, I, cap. 9.]
[Trad.: "Escribe un autor sobre Luisa Sigea (o Aloisa Sigea según otros), española toledana criada en la real casa de Portugal, que fue doctísima en humanidades, la cual escribió una carta a Pablo III, Pontífice Romano, en varias lenguas: esto es, en griego, latín, hebreo y caldeo, las cuales le eran familiares, y otras, como la propia"].
¡Qué universal prestigio! Constituyen realce vivo, latente, de lo docto, de todo aquello que se calificó muy exactamente con la palabra humanismo. Se trata de dos preclaras humanistas, de dos féminas «didácticas», como lo fueron también otras, magníficas, de aquella época admirable del Renacimiento español, glorias áureas del siglo XVI : Beatriz Galindo y Oliva Sabuco de Nantes.
Es de Luisa, mas no de Angela, de quien ha quedado relevante memoria. Y así puede permitirse exclamar con asombro, viviente todavía la primera, Alfonso Fernández de Madrid, en su libro «De la antigüedad y nobleza de la ciudad de Palencia»: «Sobre todas parece cosa monstruosa y que se debe contar por cosa de prodigio en este tiempo. Esta es una dueña llamada Luisa Sigea que al presente [1556] vive en Burgos» (1). Y, en versos latinos, el dominico portugués Andrés Resendio, preceptor que fue, en los alcázares lusitanos, de próximos deudos del rey Juan III, en una epístola a María de Portugal —la que sería más tarde primera esposa de nuestro Felipe II (2)—, dibujar estos extremosos ditirambos:
Hay también en la segunda mitad del siglo XVI, otra prueba evidente de la impresionante gloria de Luisa Sigea. El toledano.Gregorio Hernández de Velasco, en una traducción a nuestro idioma del libro latino «De partu Virginis»(5), del italiano Jacobo Sannazaro (el inmortal poeta de «La Arcadia», que tan decisiva influencia había de ejercer en todas las literaturas románicas), inserta cierto «Catálogo de algunos claros varones de Toledo, en octavas», en que celebra —según Pisa- la «honrada memoria de algunas personas señaladas que florecieron en esta ciudad y algunos otros poetas españoles de su tiempo que fue bien cercano al presente [1605]» (6). A la Sigea ofrenda Hernández de Velasco esta octava, en italiano de la propia cosecha:
Nació en Toledo el año de 1527. Desde temprana edad comenzó a manifestar las claras dotes de su espíritu y su ardiente afición a las letras, tal que adoctrinada por su padre Diego Sigea, francés de nación y docto humanista, tenía ya a los diez años noticias no vulgares de la literatura griega y latina, sabiendo de memoria gran parte de las obras de sus más célebres escritores.
Estaría Luisa en el año catorce de su vida, cuando tuvo que pasar a Lisboa con su padre llamado para enseñar a Teodosio, duque de Braganza y a sus hermanos, por el rey Juan II, gran protector de las letras, a cuyo oído llegaran los superiores conocimientos que poseía. Allí continuó la joven toledana, arrastrada de su cada vez más ferviente vocación y dirigida por hábiles profesores, ensanchando incesantemente los límites de su entendimiento con el cultivo constante y metódico de las letras y de las ciencias. No tardó la fama en divulgar su nombre por Lisboa, hasta llevarle a la princesa doña María, muy sabia en filosofía y sagrada escritura, la cual no satisfecha con esto y deseosa de adquirir más vasta erudición, hizo que Luisa entrase a su servicio (1543); y unidas por los lazos de tierna amistad, se dedicaron al par a concienzudos estudios sobre los idiomas exóticos, en los que consiguieron tales adelantos que, aun en el siglo XVI admiraron a las gentes más doctas.