Lo más veraz que podemos testimoniar es que fue un humanista de reconocido prestigio, trabajando para doña María de Padilla la Comunera, y que huído de España junto a ella a tierras portuguesas, se convirtió en maestro de hijos de reyes en la corte portuguesa.
Nada más (ni menos) podemos afirmar, con contundencia, sobre él.
Fijemonos en lo que nos refieren de él sus contemporáneos:
①Alonso Fernández de Madrid (1561)[1], nos indicaba que Diego Sigeo era francés:
«cuyo padre, françés de naçión, casó en Toledo, y con esta hija que allí le naçió se fue a Portugal y la pusso en Palacio, en servicio de la Prinçesa Doña María, hija del rey Don Manuel y de la Infanta de Castilla Doña Leonor».② Pero un siglo y medio después, Antonio Carvalho da Costa (1.706) anotaba que
«Angela Sigea de Velasco (era) hija de Diego Sigeo de Toledo, de nación castellanos, y de Dª Francisca de Velasco, él de los Sigeos de Toledo, ella de la ilustre familia de los Velasco (…) Fue su padre, Diego Sigeo, Maestro del Rey D. Juan III, y del Duque de Braganza, D. Teodosio, y del señor D. Duarte, de la Señora Dª Catalina y de D. María Duquesa de Parma, hermanas suyas, hijas del Infante D. Duarte, y después lo fue de los hijos de los hidalgos de la corte del Rey D. Juan III (…)»[2].
Y veremos que la crítica, según va distanciádose cronológicamente de su época, irá considerandolo nuevamente francés.
③ Así, Nicolás Antonio (1788)[3], quien estimó como nacida en Toledo a Luisa, «Luisia Sigaea Toletana, patre nata est in ea urbe Didaco Sigaeo», al hablar de su hermana Ángela nos explicita el origen de Diego Sigeo:
«Didaci Sigaei Galli viri eruditi filia, Luisae Sigaea soror, Toleti ut credimus, uti Luisia certe fuit et ipsa scriptum reliquit, nata, in Portugalliam cum patre et sorore veniens».
④ Estas afirmaciones y similares, llevaron a Cerda y Rico (1.781)[4] a llamarlo «gallus» y un siglo después, a Paul Allut (1862)[5], a presuponerlo oriundo de Nimes (Francia), por ser algo frecuente allí —dice— en el siglo XVI el apellido Sigeo o Sigée, e indicando que, trasladado a España, éste se casará en Toledo:
«Jacques Sigué, que ses affaires ou l’espoir de s’enrichir avaient conduit en Espagne, se maria à Toléde avec une femme de qui le nom n’est pas parvenu jusqu’à nous».
⑤ Antonio García Peres, en cambio, en carta enviada a Marcelino Menéndez Pelayo, en 1881, señaló que
«por lo que este dize (el obispo de Beja, fray Manuel do Cenaculo, en su obra “Cuidados literarios”) y sobre todo por la carta de Diego Sigeo á Miguel Cabedo fechada de Lisboa en Febrero de 1562 (cuya copia remití) era toledano, y no francés, como la mayor parte de los escritores dicen. Si la carta referida fuese dirigida desde Toledo, podría suponerse que como residente allí se dijese toledano, pero desde Lisboa, no sé porque. El mismo quando habla de sus maestros, estos son españoles, segun las citas de dho. Obispo».[6]
⑥ José Silvestre Ribeiro (1.880)[7], siguiendo al pie de la letra a Allut, indicó que
«Diego Sigeo, francés de nacimiento, y acaso natural de Nimes (donde, hasta hace poco, se encontraba aún este apellido), era hombre de muchas letras, como consta en el testimonio de sus contemporáneos (…). Negocios, o la esperanza de enriquecerse, le traerán a España. Casóse en Toledo, y tuvo dos hijos y dos hijas (Luisa y Ángela)».
Luego cambiará de opinión, basándose en el trabajo expuesto por el compositor y padre del género musical de la zarzuela, Francisco Asenjo Barbieri, como indicaremos más adelante.
⑦ De esta misma opinión sería Carolina Michaëllis de Vasconcellos (1.902)[8], fundamentándose primero en la referencia de Alonso Fernández de Madrid, y segundo en el hecho de que la misma Luisa dice que es oriunda de Francia en la carta dirigida a Felipe II («Qum patria essem Toletana, nutrita tamen apud Lusitanos ac e Gallis oriunda»), desmintiendo a Francisco Asenjo Barbieri y a Silvestre Ribeiro, quienes tenían la opinión de que no era francés el nacimiento de Diego Sigeo, y admitiendo, por tanto, que Luisa era «francesa de origen, mas castellana por la madre, de los Velasco de Toledo».
⑧ Nuevamente así lo repite en 1.952 Luis de Matos[9], que siguiendo a Allut dice que Diego Sigeo sería de Nimes.
⑨ Años después, Ismael García Ramila (1.958)[10] nos apuntó taxativamente nuevos datos, diciendo que:
«para unos, fue un francés venido a nuestra patria, seguramente para labrarse un porvenir provechoso y honroso en el magisterio renacentista, en que probó con creces ser un docto; para otros, sin negar su ascendencia francesa (de Nimes), Diego nació en Toledo. La cuestión puede quedar hoy zanjada y dirimida ateniéndonos a la declaración que consta en el antedicho expediente de pruebas de nobleza, en la que el testigo deponente Juan Ballesteros, clérigo, presbítero y comisario del Santo Oficio de la Inquisición, vecino y natural de Tarancón, afirma que <<Don Diego de Sigis, su padre, fue un caballero natural de Francia, a quien eligió por maestro de sus hijos, el Rey D. Juan de Portugal, y ejerció este oficio hasta que murió>>[11]. Tal declaración prestada en documento solemne y fidedigno, por un sacerdote que demuestra conocer los linajes sobre quienes se le consulta, es digna de un absoluto crédito, y, en consecuencia, habremos de sentar que Don Diego de Sigis no fue oriundo, sino nativo de la vecina Francia».
Esta, parece ser, pues, la conclusión final de la práctica totalidad de la crítica actual.
⑩ No obstante, por no dejar zanjado el asunto del todo, hay que recordar que, por ejemplo, Manuel Serrano y Sanz (1903)[12], que también manejó el expediente de nobleza de sangre, llegó a considerarlo toledano («mas parece que no nació en Francia, según escribió Nicolás Antonio y se ha venido repitiendo hasta hace pocos años»).
Naciera Diego Sigeo o no en Toledo, lo cierto es que sí coinciden todos, en que tenía un origen galo, como nos lo muestra la propia Luisa en la mencionada carta de 1.559 a Felipe II: «Qum patria essem Toletana, nutrita tamen apud Lusitanos ac e Gallis oriunda».
⑪ Este hecho, junto a las informaciones del nieto de Luisa, D. Francisco Ronquillo de Cuevas, en las que dijeron algunos testigos que era natural de Francia, nos acercan a la conclusión de que si realmente fue francés, debió venir con muy poca edad a España, toda vez que el mismo Diego Sigeo, en un opúsculo que descubrió D. Francisco Asenjo Barbieri[13], denominado «De ratione accentuum, commatum, colorum, sectionum, ac diversorum apicum: quibus Regiae Portugalliae Capellae libri denuo recogniti, atque emendati, in lucem prodeunt, Diego Sygaeo Toletano observatore. Libellus. Per santae Inquisitionis Magistratus integerrimos probatus. Apud Iohannem Blaulum Regium Typographum. Olyssippone. Anno salutis MDLX», se llama a sí mismo ‘toledano’ (“Diego Sygaeo Toletano”), así como en el colofón del mismo «Diegus Sygaeus Toletanus aulicae nobilitatis publicus institutor edebat Olyssippone».
[1] Fernández de Madrid, Alonso.- De la antigüedad y nobleza de la ciudad de Palencia, de sus fundaciones y destrucciones en veces diversas y de su insigne iglesia; cosas notables que en ella hay; con los nombres de los prelados que en ella han presidido y concurrencias señaladas en tiempo de cada uno. Palencia, 1.561, pp. 463.
Alonso Fernández de Madrid está íntimamente relacionado con la figura de Luis Cabeza de Vaca, uno de los primeros maestros del futuro emperador Carlos V. En efecto, en 1505, el archiduque Felipe encargó al clérigo giennense que enseñase las primeras letras a su hijo Carlos, entonces sólo duque de Luxemburgo, y así entró Cabeza de Vaca a formar parte de la Casa del Príncipe. Luego, nombrado obispo de Canarias en 1521, fue trasladado a Salamanca en 1530, y en 1537 a Palencia. Allí, Cabeza de Vaca mantuvo una estrecha relación con el canónigo Alonso Fernández de Madrid, arcediano del Alcor, a quien nombró provisor y vicario general, y que fue uno de los principales divulgadores de los escritos de Erasmo en España. Deseoso de que se conociese mejor la vida de fray Hernando de Talavera, primer arzobispo de Granada y modelo de prelados, Cabeza de Vaca comisionó al arcediano la redacción de esta obra.Recordemos que Alonso Fernández de Madrid escribía a Erasmo en 1527, con motivo de la traducción que había hecho del Enchiridion militis christiani (Manual del caballero cristiano) en 1.526:
«En la corte del César, en las ciudades, en las iglesias, en los conventos, hasta en las posadas y caminos, apenas hay quien no tenga el Enquiridion de Erasmo.» Y en 1529 dice el maestro Bernardo Pérez al prologar la traducción de los Silenos de Alcibiades: «Que ya vemos en cada parte de nuestra España no traer otra cosa en la boca sino Erasmo y sus obras; y que muchos se esfuerzan a sacar de latín en romance diversos tratados». Carlos V le dirige en 1527 una epístola que figura al frente de la traducción de los Coloquios (1532): «En dos maneras nos habemos holgado con tu carta: lo uno por ser tuya, e lo otro porque entendimos por ella comenzar ya a desfacerse la secta luterana. Lo primero debes tú al singular amor que te tenemos; e lo otro te debemos a ti, no solamente Nos, mas aun toda la república cristiana ... por lo cual conocemos que ni entre los hombres inmortal fama, ni entre los santos perpetua gloria te puede faltar ... Lo que escribes de lo que acá se ha tratado sobre tus obras, leímos de mala gana, porque parece que en alguna manera te desconfías del amor e voluntad que te tenemos, como si en nuestra presencia se hubiese de determinar cosa ninguna contra Erasmo.»
Por eso, para Marcel Bataillon, el encargo de Cabeza de Vaca es prueba del esfuerzo realizado por los erasmistas españoles por difundir el ideal de una Iglesia más digna de Cristo, que, en este caso concreto, perseguía la divulgación de un modelo de vida ascética, toda resplandeciente de santidad, vida de buen pastor, evocada por el arcediano con piedad ferviente como claro ejemplo para edificación de un clero necesitado de profunda renovación interior. La plena sintonía de intereses y aspiraciones reformistas de Luis Cabeza de Vaca y Alfonso Fernández de Madrid se evidenció en el sínodo diocesano celebrado en 1548, cuyas constituciones fueron impresas en Palencia, en el mismo año, y la misión que el obispo encomendó al arcediano nombrándolo reformador de la honestidad de las personas, casas y trajes.
Pero además hay que enfatizar su clara vinculación erasmistas del arcediano de Alcor, en su relación con el conquense Alfonso de Valdés.
Como indica Rosa Navarro en su edición y estudio de “Alfonso de Valdés. Diálogo de las cosas acaecidas en Roma. Madrid, Cátedra, 1.992”,
«« Alfonso de Valdés escribe su Diálogo de las cosas acaecidas en Roma en 1527 para defender la figura del Emperador después del asalto y saqueo de la ciudad santa por las tropas imperiales (el 6 de mayo de 1527). Indica su propósito en el Argumento, que sigue al prólogo y precede al diálogo de los dos personajes, un cortesano y un eclesiástico:Por ello, he querido dejar esta constancia, como otras tantas que irán apareciendo a lo largo del estudio, sobre la posible relación erasmista en la cultura de los Sigeos, amén, de establecer nuevamente vínculos con una figura conquense.
“Un caballero mancebo de la corte del Emperador llamado Lactancio topó en la plaza de Valladolid con un arcidiano que venía de Roma en hábito de soldado, y entrando en San Francisco, hablan sobre las cosas en Roma acaecidas. En la primera parte, muestra Lactancio al Arcidiano cómo el Emperador ninguna culpa en ello tiene; y en la segunda, cómo todo lo ha permitido Dios por el bien de la cristiandad”.Y es aquí donde aparece nuevamente nuestro Alonso Fernández de Madrid, pues el arcediano del Viso –viso equivale a alcor y apunta, por tanto, a nuestro autor, bien conocido por Alfonso por ser el traductor del Enquiridion de Erasmo al castellano– va disfrazado de soldado porque se ha escapado de la Roma sitiada. Y su hábito recuerda el de hombre de bien que vestirá Lázaro de Tormes; le dice Lactancio: “Véoos agora a pie, solo, y un sayo corto, una capa frisada, sin pelo; esa espada tan larga, ese bonete de soldado…”, (Lázaro dice: “compré un jubón de fustán viejo y un sayo raído de manga tranzada y puerta, y una capa que había sido frisada, y una espada de las viejas primeras de Cuéllar”,).
Lactancio le convencerá primero de que es el Papa, quien no ha desempeñado bien su oficio, el culpable del desastre, y no el Emperador, que siempre ha procurado el bien y la defensa de sus súbditos. Después, en la segunda parte, le demostrará cómo el saqueo de Roma y la prisión del Papa es acción providencial, castigo divino por el comportamiento de la jerarquía eclesiástica (su mismo nombre de Lactancio apunta a la teoría que defendía el filósofo cristiano de la ira de Dios).
El arcediano del Viso (Alcor) es testigo directo de las atrocidades cometidas, que va describiendo con fidelidad; porque Alfonso de Valdés reproduce datos que escribió al Emperador Francisco de Salazar y otros altos funcionarios de su corte que vivieron el saco de Roma. A cada una de ellas, opone otra moral –mucho peor, por tanto–, propia de los eclesiásticos. Convence al Arcediano, pero no cambia su modo de actuar; a él sólo le preocupan los beneficios vacantes en su tierra que fue a solicitar al Papa; por esa razón fue a Roma. Hablando de las mujeres, le dice a Lactancio: “Allende de esto, si no quiero tener mujer propia, cuantas mujeres hay en el mundo hermosas son mías, o, por mejor decir, en el lugar donde estoy. Mantenéislas vosotros, y gozamos nosotros de ellas”, afirmación que aparece también en boca de uno de los personajes de Tinellaria, la comedia de Torres Naharro que tanta huella dejó en el Lazarillo.
En todo el Diálogo se pueden encontrar expresiones y palabras comunes al Lazarillo de Tormes, desde los frecuentes “allende de esto”, “maravillarse”, el irónico “gentil”, a los “por mis pecados”, “un no sé qué”, “que jamás fue oída ni vista”, por sólo indicar algunas que aparecen en las primeras tres páginas.
La defensa de la figura del Emperador se funde con la exposición de la doctrina erasmista. En todo el diálogo está presente la denuncia de la corrupción de la iglesia. Con ironía, aprendida en Erasmo, pero también en Boccaccio y en Masuccio, dedica dos espléndidas páginas a las reliquias y al culto a las imágenes de santos.
Es la primera obra del escritor conquense, en donde aparecen las mismas preocupaciones que en la última que escribió, La vida de Lazarillo de Tormes: la denuncia del comportamiento de los eclesiásticos, las prácticas religiosas puramente exteriores (devoción a santos “especializados” en males, a peregrinas reliquias), que esconden el beneficio de los que las llevan a cabo (ciegos rezadores o comisarios de bulas, como atestiguará Lázaro). La figura del Emperador, siempre ensalzada. Y sólo dos estamentos en el punto de mira del escritor: el cortesano y el eclesiástico »».
[Navarro Durán, Rosa. "ALfonso de Valdés autor de 'La vida de Lazarillo de Tormes, y de sus fortunas y adversidades'", [en línea], Diálogos, http://www.elazarillo.net/dialogos.html]
[2] Carvalho da Costa, Antonio et Da Costa Deslandes, Valentim.- Capítulo XV. “Da Villa de Torres Novas”. Corografia portuguesa, e descripçam topográfica do famoso reyno de Portugal. Tomo Tercero. Lisboa, Valentim da Costa Deslandes, 1.706, pág. 285.
[3] Antonio, Nicolás.- Biblioteca hispana nova sive hispanorum scriptorum qui ab anno MD ad MDCLXXXIV floruere notitia. Madrid, 1.788. Tomus II, pp. 71.
[4] Cerdá y Rico, Francisco.- Clarorum hispanorum opuscila selecta et rariora tum latina, tum hispana. Madrid, 1.781.
[5] Allut, Paul.- Aloysia Sigea et Nicolas Chorier, Lyon, 1.862, pág. 7.
[6] Menéndez Pelayo, Marcelino.- «Carta nº 342, Domingo García Peres a Marcelino Menéndez Pelayo, 26 de enero de 1.881». Epistolario. Volumen IV (Julio 1879-abril 1881).
[7] Silvestre Ribeiro, José.- Luiza Sigéa. Breves apontamientos historico-literarios. Lisboa, Typographia da Academia, 1.880, pág. 9
[8] Michaelis de Vasconcellos, Carolina.- A Infanta Dona María de Portugal e as suas Damas. Lisboa Edic. Facsímil. Lisboa, CNCDP, 1.994, pág. 39 y pág. 88, nota 155.
[9] Matos, Luis de .- Les portugais en france au XVI siècle. Universidad de Coimbra, 1.952.
[10] García Ramila, Ismael.- “Nuevas e interesantes noticias basadas en fe documental, sobre la vida y descendencia familiar burgalesa de la famosa humanista Luisa de Sigea, la <<Minerva>> de los renacentistas”, Boletín de la Insitución Fernán González, número 145, cuarto trimestre de 1.958, pp. 312-313.
[11] García Ramila, Ismael.- “Nuevas e interesantes noticias basadas en fe documental, sobre la vida y descendencia familiar burgalesa de la famosa humanista Luisa de Sigea, la <<Minerva>> de los renacentistas”, Boletín de la Insitución Fernán González, número 147, segundo trimestre de 1.959, pág. 580.
[12] Serrano y Sanz, Manuel.- Biblioteca de Autores Españoles. Apuntes para una Biblioteca de escritoras españolas. Desde el año 1.401 al 1.833. Vol II. Madrid, Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos, 1.905, pág. 395.
[13]"Una obra de Diego Sigeo”. Boletín Histórico, I, 20 de marzo de 1.880, pp. 53 a 55, citado por D. Manuel Serrano y Sanz.
El texto de Francisco Asenjo Barbieri dice así:"Hallábame yo en Lisboa hace un año dirigiendo conciertos y dando pasto á mis aficiones bibliográficas.
En ambas ocupaciones fui muy afortunado; pues si en la primera coseché aplausos, en la segunda adquirí muchos y buenos libros, por compra ó por generosa donación de varios caballeros portugueses.
Uno de éstos, el opulento y temido bibliófilo D. Fernando Pereira Palha, á quien soy deudor de los más finos obsequios, me hizo el exquisito regalo que da motivo á estos renglones, consistente en uno de esos librejos que por su asunto, pequeñez y extremada rareza son ¡boccato di cardinale! para los golosos de libros. Hagamos su descripción.
Dice la portada : «DE RATIONE accentuum, commatum, colorum, sectionum, ac diversorum apicum : quibus Regiae Portugallae Capellae libri deuuo recogniti, atque emendati, in lucem prodeunt, Diego Sygaeo Toletano observatore.—Libellus.—Per sanctae Inquisitionis Magistratus integerrimos probatus.— Apud Iohannem Blavium Regium Typographum Olyssippone. Anno salutis. M. D. LX.»
(Colofón.) «Haec Candide lector, Iohannis. iij. Portugalliae Regis potenissime auspiciis primum excogitata, et imperio elaborata, Sebastiano primo Rege felicissimo, Diegus Sygaeus Toletanus aulicae nobilitatis publicus institutor edebat Olyssippone. Anno salutis. M. D.LX. Idibus septem.— Laudetur Dominus in perpetuum. Amen.»
Es un cuadernillo de diez y seis hojas en 8.° sin foliación, sign. A vij.— Las dos primeras hojas en blanco. Portada. Dedicatoria "Ad Serenissimum Principem Enricum, Portugalliae Infantem, Sanctae Romanae Eccleaiae Cardinalem..." , fechada, como el colofón, en Lisboa, á 13 de Setiembre de 1500.— Texto latino, en el que los ejemplos hebreos y algunos acentos están manuscritos con tintas negra y roja.— Noticia de los autores consultados. Colofón, y luego otras dos hojas en blanco.
Este ejemplar perteneció sin duda al mismo personaje á quien fué dedicada la obra; pues en la primera hoja en blanco se lee manuscrito, imitando los caracteres de imprenta y con la misma tinta roja que en el texto están escritos los acentos, PERA O CARDEAL INFANTE.
Examinemos ahora algunos puntos importantes de este rarísimo opúscalo, del cual no dan la menor noticia Nicolás Antonio, ni Brunet, ni Inocencio Francisco da Silva, ni Morante, ni otros bibliógrafos cuyas obras he consultado.
Dejando aparte su importancia literaria, este opúsculo es del mayor ínteres, por los datos biografícos que suministra. Desde luego su mismo autor se declara (por tres veces) toledano; con lo cual queda sin valor alguno la opinión de Nicolás Antonio, cuando en su noticia de Angela Sigea, hermana de la célebre Luisa, dice equivocadamente que el padre de ambas era francés; error disculpable, si se atiende á que "Sigea" es el nombre de un pueblo de Francia, cerca de Narbona, de donde tal vez sería oriundo el padre del toledano Diego Sigeo.
Este nos da también noticias de sus estudios. Tratando de los autores á quien sigue, cita entre los latinos: "Nebrissensem pracceptorem meum"; nombra después algunos griegos, y añade: "Et vivae vocis praeceptorem meum in achola Complutensi Demetrium Ducam natioec graecum, patria Cretensem"; finalmente, cita los hebreos, añadiendo: "Sed vivae vocis Praeceptores Zamoram, Paulum Cornelium Burgensem, Stunicam Doctores Complutenses".
En la dedicatoria de este opúsculo dice también Diego Sigeo que para la corrección de los libros litúrgicos le ayudaron dos individuos de la Real Capilla de Portugal, "B. Trosiglio, musicorum eximio phonasco, et Em. Cardoso, Sacrorum Praecentore peritissimo"; noticias nuevas y de gran importancia para quien, como mi querido amigo el distinguido literato portugués D. Joaquin de Vasconcelos, se ocupa en estudios histórico-musicales.
En resumen, del venturoso hallazgo del opúsculo referido resultan: 1º. la restitución á España de un sabio tan ilustre como el toledano Díego Sigeo; 2º, datos biográficos, históricos y literarios de mucha novedad ó interés; y 3.°, un librejo de extremada rareza, para aumentar la bibliografía española y portuguesa, y para estimular el apetito do los bibliófilos de pura sangre".
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