martes, 26 de julio de 2022

"LUISA SIGEA TOLEDANA", por FERNANDO ALLUÉ Y MORER

Artículo aparecido en "Ayer y Hoy", 38 (noviembre-diciembre de 1953), pp. 2-3.

(De la Real Academia de Bellas Artes y Ciencias Históricas de Toledo).


[pág. 2 →] Qué inmenso, qué universal prestigio rodeó en su tiempo a las dos hermanas Sigea, Luisa y Angela. De ellas guarda la Biblioteca del Hospital de Santa Cruz de Mendoza, de Toledo, sendos retratos, con esta precisa —y preciosa— indicación al pie: «Toletana». Mas ello es pintar como querer, pues los óleos, que aspiran a tener sentido iconográfico, pertenecen a buen seguro al siglo XVIII y por tanto elaborados muchísimo tiempo después de la muerte de ambas.

¡Qué universal prestigio! Constituyen realce vivo, latente, de lo docto, de todo aquello que se calificó muy exactamente con la palabra humanismo. Se trata de dos preclaras humanistas, de dos féminas «didácticas», como lo fueron también otras, magníficas, de aquella época admirable del Renacimiento español, glorias áureas del siglo XVI : Beatriz Galindo y Oliva Sabuco de Nantes.

Es de Luisa, mas no de Angela, de quien ha quedado relevante memoria. Y así puede permitirse exclamar con asombro, viviente todavía la primera, Alfonso Fernández de Madrid, en su libro «De la antigüedad y nobleza de la ciudad de Palencia»: «Sobre todas parece cosa monstruosa y que se debe contar por cosa de prodigio en este tiempo. Esta es una dueña llamada Luisa Sigea que al presente [1556] vive en Burgos» (1). Y, en versos latinos, el dominico portugués Andrés Resendio, preceptor que fue, en los alcázares lusitanos, de próximos deudos del rey Juan III, en una epístola a María de Portugal —la que sería más tarde primera esposa de nuestro Felipe II (2)—, dibujar estos extremosos ditirambos:

Altera Sygaea est, virgo admirabilis, unam
quam natura potens ideo produxit, ut esset
faemina, quae maribus vitam opprobrare supinam
posset, et ignavos magno adfecisse rubore.
(3)

¡Altísimo prestigio humanístico el de esta doncella, que perdurará aún incólume en el siglo siguiente! Compruébase ello bien mediante el fehaciente testimonio de Nicolás Antonio, quien en su «Bibliotheca Hispana» conságrala más de tres columnas, con noticias biobibliográíicas entusiastas (4); casi tanto espacio como el dedicado por él al «Monstruo de la Naturaleza», Lope de Vega, y desde luego muchísimo más que, por ejemplo, al gran precursor del teatro español Lope de Rueda, a quien apenas ofrece unas vagas e inexpresivas líneas de mención.

Hay también en la segunda mitad del siglo XVI, otra prueba evidente de la impresionante gloria de Luisa Sigea. El toledano.Gregorio Hernández de Velasco, en una traducción a nuestro idioma del libro latino «De partu Virginis»(5), del italiano Jacobo Sannazaro (el inmortal poeta de «La Arcadia», que tan decisiva influencia había de ejercer en todas las literaturas románicas), inserta cierto «Catálogo de algunos claros varones de Toledo, en octavas», en que celebra —según Pisa- la «honrada memoria de algunas personas señaladas que florecieron en esta ciudad y algunos otros poetas españoles de su tiempo que fue bien cercano al presente [1605]» (6). A la Sigea ofrenda Hernández de Velasco esta octava, en italiano de la propia cosecha:

Ecco insu il scoglio inclita Sigea,
dei biondo Apolo e dulce pegno,
cristiana Cintia, casta Citerea,
del alme Aonie dal tempio degno:
questa è ch'il mondo non che Hesperia vea,
questa è incui sola e più ch'humano ingegno
fe il largo ciel' l'estremo di sua possa,
non vide il sol tal spirto in carne e ossa.
[Cfr. nuestra entrada en este blog: "Octava de Gregorio Fernández de Velasco".]

El propio Pisa la vierte a nuestra lengua en versos blancos, con intención de octava, que le salen por cierto un poco largos (7):
Veréis sobre un peñasco a la Sigea,
del rubio Apolo amada y dulce prenda,
cristiana Cintia y casta Citerea,
de las musas Aonias templo digno:
ésta es la que no a sola España ilustra,
pues su buen nombre en todo el mundo suena:
en quien se halla más que humano ingenio,
y a quien el cielo dio con larga mano
lo más que pudo dar, y el sol no ha visto
tal spíritu y saber, en carne y huesos.

Luisa Sigea —y asimismo Ángela— es toledana. Ya lo juzgamos así contemplando los retratos de Santa Cruz. Pero es el propio Nicolás Antonio quien lo afirma, trayendo a colación testimonio de ella misma (8): «Ipsa Sygaea ín quaedam epistola ad Philippum II Regem Toletanam se esse patriam confirmat, e Gallis tamen oriundam, nutritamque apud Lusitanos». Es decir, que Luisa, en una epístola dirigida al rey Prudente —esposo ya de la portuguesa María—, afirma haber nacido en Toledo, ser de origen francés (su padre Diego Sigée lo era, en efecto) y haberse educado y formado en Portugal.

Preceptora y amiga de niñez de la Infanta, muy posiblemente la acompañaría en sus bodas, pisando de nuevo tierra española. Pero su fama —apartando la de su gran belleza física- parece deducirse primordialmente de su dominio de las lenguas, cimiento fundamental del humanismo: según parece, poseía, además del latín y el griego
[pág. 3→] —inexcusables—, el hebreo, el sirio y el árabe, y en esos cinco idiomas se cuenta que dirigió, para felicitarle por su elevación al solio pontificio, una epístola nada menos que al propio Papa, Paulo III. Una obra de Luisa, «Dialogum de differentia vitae rusticae et urbanae», suscitó por parte de Alfonso Fernández de Madrid este interesante comentario que revela la importancia en que se tenía a la escritora (9):

«"Diálogo entre dos damas". Se trata elegantemente la diferencia que hay entre la vida cortesana de palacio y la solitaria de la aldea y campo. Dispútase la materia por ambas partes con gran copia de razones y autoridades de filósofos morales».

Perdura todavía, pues, en ella y en su época, el espíritu medioeval de los diálogos, de las disputas (del alma y del cuerpo, del agua y del vino...), residuos aristotélicos que recoge todavía en herencia nuestro albor renacentista, y que nuestra toledana sabe realzar «elegantemente».

Luisa Sigea fue poetisa también. Compuso versos, naturalmente en latín (era la lengua de los doctos, el idioma natural de las humanidades), pero sobre todo un poema, «Cintra», dedicado al mayestático paraje portugués, aun hoy tan poblado de sombrosa vegetación y de regias mansiones, y en donde la historia lusitana conserva perdurablemente entrañables recuerdos. Se publicó en París, por primera vez, en 1566, muerta ya la autora, y Menéndez y Pelayo lo tradujo a finales del XIX del latín al castellano, en verso también.

Por cierto que un manuscrito del poema, del texto latino original, consérvase aquí, en Toledo, en la Biblioteca de Santa Cruz. Y ello, ¿no parece sugerir que, este hecho casual, represente el homenaje que el azar ha dedicado —ya que no los hombres vigentes— a la memoria de tan excelsa mujer universal, de esta virgo admirabilis Luisa Sigea, toletana?


NOTAS DEL AUTOR.

1. Alfonso Fernández de Madrid aparece incluido, con la obra citada, por Nicolás Antonio en el repertorio bibliográfico de su «Biblictheca Hispana» (Roma. Nicolai Angeli Tinaffii. 1672), tomo II, pág. 624. Las palabras transcritas figuran en el mismo tomo, pág. 58.

2. María, hija última de Juan III, de Portugal, y de Catalina, hermana de nuestro Carlos V, se promete en Diciembre de 1542, en Salamanca, con el futuro Felipe II, hijo de Carlos V y de Isabel de Portugal; eran los novios, pues, primos hermanos. El mismo día se prometen también Juana, hermana de Felipe II, y el príncipe Juan, hermano de Maria. Sobre esta última, consúltese el libro de Marcel Dhanys: «Les quatre femmes de Philippe II». Paris, 1933.— Première partie: Marie, Infante de Portugal.— Págs. 1 a 46.- No contiene, sin embargo, alusión alguna sobre la Sigea.

3. Nicolás Antonio.- Ob. cit., pág. 57.

4. Ibidem.- Págs. 57 y 58.

5. Nicolás Antonio incluye a Gregorio Hernández de Velasco como autor de «El parto de la Virgen de Sanazaro» (sic), en la pág. 590 de la obra citada.

6. El doctor Francisco de Pisa fecha su «Descripción de la imperial, etc.» en 1605 (Toledo. Por Pedro Rodriguez), y añade (folio 59), a las palabras copiadas, éstas: «Yo alcancé a conocer a los más de los que él [Hernández de Velasco] celebra». —Como Pisa nació en Toledo, probablemente hacía 1533, alcanzó cronológicamente a la Sigea, que nace hacia 1520; mas por otra parte no hay que olvidar que Diego Sigeo se llevó a su hija a Portugal en muy tiernos años. Luisa, sin embargo, vuelve a España y se casa en Burgos; se sabe que vive en esa ciudad en 1556, según el testimonio de Alfonso Fernández de Madrid. Pisa -en Toledo o fuera de Toledo— pudo conocerla personalmente. Él afirma que conoció a los más de los personajes celebrados por Hernández, pero lo más seguro es que no coincidiera nunca con ella.

7. Pisa: Descripción, etc. —Edición, después de su muerte, por don Tomás Tamayo de Vargas—Toledo. Diego Rodríguez, 1617.- Folio 61 vuelto.

8. Nicolás Antonio: Ob. cit., pág. 57.

9. Ibidem: pág. 58.

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