lunes, 10 de noviembre de 2014

BIOGRAFÍA. 04. PRIMEROS ESTUDIOS DE LUISA SIGEA, en Toledo y Tarancón.

Sabemos que Luisa pasó su niñez sin su padre, pues éste durante al menos unos quince años estuvo sin su familia en Portugal, habitando nuestra protagonista entre Tarancón y Toledo hasta los 15-17 años, por lo que recibiría inicialmente una básica educación de manos de algún canónigo, al igual que sus hermanos, por más que se suelan enumerar que en su aprendizaje inicial participaron toda una serie de grandes humanistas de la época:
«et latina lengua, graeca, hebrea, caldea, nec non arabica mediocriter a patre meo caeterisque praeceptoribus erudita» 1 ,
y con los cuales posiblemente la relación hay que buscarla a través de su padre y su hermano mayor Diego, que a la sazón estaba estudiando en Alcalá de Henares.

Suele ser citado, entre otros orientadores, el toledano Álvar Gómez de Castro (1515-1580), biógrafo del cardenal Cisneros 2 , —quien consiguió la licenciatura de Artes y Filosofía en 1.538, en la Universidad de Alcalá de Henares, donde llegaría a ser profesor de griego hasta 1.548; luego, a partir de 1.550, fue profesor en Toledo de griego y arte de retórica 3 —, por haberle dirigido Luisa varias de las cartas que conservamos, y Alonso García Matamoros 4 , que llegó a ser maestro de Retórica en Alcalá de Henares y que fue muy celebrado por Cadalso 5 —aunque cronológicamente le hace también muy improbable instructor de ella—.

Como hemos indicado, de quien sí parece que aprendió fue de un hermano mayor suyo:

«alter natu maior qui paribus mecum auspiciis in linguarum varietate est institutus», 6
Diego Sigeo de Velasco; y, posteriormente, cuando ya entrada la década de los años 30 del siglo XVI se trasladaron todos a Portugal 7 , de su propio padre, que actuó como principal preceptor, según declaraciones de la misma Luisa:
«patre quo in plurimis usa sum praeceptore»,
enseñándole latín, griego y hebreo 8 , así como el resto de los profesores de la corte, como lo fue, por ejemplo, para los estudios de Filosofía y Escritura fray Juan Suárez 9 , (según nos dice fray Miguel Pacheco 10 ), obispo de Coimbra y profesor de la Infanta María, destacando al poco tiempo nuestra taranconera por su erudición, sus conocimientos, y su facilidad para los idiomas, extendiéndose entre la corte del Duque de Bragança la fama de padre e hijas.

Es por ello, que Luisa pasará a trabajar como «moça de camara», como maestra de latín 11 , en la corte de la reina doña Catalina desde 1.543, encaminándose luego al entorno cultural de la infanta doña María de Portugal, donde a la vez que enseñaba disponía de tiempo para seguir aprendiendo.

Recordemos que Juan de Vergara, canónigo toledano y catedrático de Filosofía en Alcalá de Henares («doctor, theologus, ecclesiae Toletanae et Complutensis canonicus») 12 , ya se admiraba del talento de Luisa en los inicios de la década de los 40 del siglo XVI, señalando:

«Feminam ne, immo puellam ferme atque adeo Hispanam puellam, tam latine scribere? Tam graece callere? Tam scite, tam venuste utriusque linguae litterarum formulas depinger? [...] Quid mirum, inquam, si Musae istae vestrae aliquando le tandem sexum suum respicere incipiant? Charites aussi ipsae delicias Illas suas, lepores et amoenitates satagant selon feminei quoque ingenii cultum transferre? Quid Copia Illa quam fingitis, semper ne florulentum illud cornu, sexum suum aversata, dans virorum sinum effundet? Et (ut fabulosa haec valere sinamus) divinam ne benignitatem usque adeo existimatis humani ingenii dotes huic sexui invidisse, ut non dans illo quoque (quod dans viris usuvenire cernimus) cura naturam vincere interdum possit?" Eiusmodi l'ego istis; sed prorsus (quod dici solet) surdis fabulam. Quare vinci le tandem me illis facile au passage quidem sum, dum tua ista facultas (ita ut est) incredibilis habeatur». 13 .
El papel de Diego Sigeo (padre), notable humanista y maestro de príncipes, padre de Luisa, fue, pues, de vital importancia para su formación y el mentor esencial para su incorporación en la corte portuguesa. Por eso, vamos a detenernos un poco en su figura en la siguiente entrada.



1

Fragmento de la carta dirigida a Felipe II, que reproducimos completa más adelante, y cuya traducción sería:
«de la lengua latina, griega, hebrea, caldea y arábica tengo un conocimiento no mediocre, gracias a mi padre y a mis otros preceptores».

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2

Gómez de Castro, Álvar.- De Rebus gestis a Francisco Ximenio Cisnerio. Alcalá, Imprenta de Andrés Angulo, 1569.

De él dice Nicolás Antonio:
«quod in loco manens in id maxime totoque animi pondere incubuit ut studiis humanioribus, latinae ac graecae linguae praestanti cognitione aequales omnes antecelleret».
Y sobre su erudición:
«Vir quidem singulari eruditione, eximius que tam ligate quam pedeliberae orationis latinae pangenda artifex, ut clamant ab eo relicta utriusque operis monumenta absolutissima».

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3

Recibió Alvar Gómez la típica formación de un hombre que responde -ideológica y cronológicamente (1515-1580)- al más puro humanismo erasmista. Una formación que se forjó inicialmente en el Colegio de San Ildefonso de Toledo, y, fundamentalmente en la propia Universidad de Alcalá, donde aprende las lenguas clásicas, incluida la hebrea, y donde se familiariza en el conocimiento de los antiguos Padres de la Iglesia, disciplina a la que el erasmismo complutense mostraba especial atención. El mismo Alvar será en esta Universidad catedrático de Griego en 1542, convirtiéndose con los años corrector de las «Etimologías» de San Isidoro. Así mismo le encontramos como miembro destacado del círculo erasmista que se forma entre Alcalá y Toledo (en el Colegio de Santa Catalina de Toledo enseñó retórica y griego durante diez años -1539 a 1549), al lado de figuras como Juan de Vergara, Diego López de Ayala, canónigo y obrero de la catedral de Toledo, el doctor y jurista Pero Vázquez, Francisco de Soto, músico de Carlos V, Diego Hurtado de Mendoza y todos aquellos que Jack Weimer señala también como contertulios de Sebastián de Horozco. Sabemos que mantuvo una fluida amistad y correspondencia con Florián de Ocampo, los hermanos Vergara, Honorato Juan y Pedro de Rúa, entre otros


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4

Alfonso García Matamoros (ca. 1.490-1.572). Se sabe que cerca de 1.542 es cuando se traslada a Alcalá como maestro de Retórica, donde ejercerá durante casi 25 años, y que anteriormente estuvo estudiando las primeras letras en Sevilla y la enseñanza superior en Valencia, para luego pasar a dirigir el estudio de gramática de Játiva desde 1531 hasta 1540.

Entre otras obras escribió: De ratione dicendi libri duo (Alcalá de Henares: Juan Brocar, 1548); De adserenda Hispanorum eruditione, sive De viris Hispaniae doctis narratio Apologetica (Alcalá de Henares; Juan de Brocar, 1553), donde es citada Luisa como políglota humanista:
"145. ¿Qué de la toledana Luisa Sigea, a la que la reina de Portugal, admirada por sus conocimientos de griego, del latín y del hebreo, hospedó en su palacio y la agregó a las ilustres mujeres de su Corte, con las que honesta y amistosamente departía?",
in traducción castellana de López de Toro, José (ed., est. y trad.). Alfonso García de Matamoros. Apología. 'Pro adserenda Hispanorum eruditione'. Madrid: RFE, Anejo XXVIII, pág. 229);
y un De tribus dicendi generibus, sive de recti styli ratione commentarius; cui accesit de Methodo concionnandi liber unus (Alcalá de Henares, Andrés de Angulo, 1570).
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5

Cadalso, José.- Cartas Marruecas. Carta XXI:
«…El primero es que habiendo todas las naciones de Europa mantenido algún tiempo el peripatetismo, y desechándolo después por otros sistemas de menos grito y más certidumbre, el dejarlo también nosotros no sería injuria a nuestros abuelos, pues no han pretendido injuriar a los suyos en esto los franceses e ingleses. Y el segundo es que el tal tejido de sutilezas, precisiones, trascendencias y otros semejantes pasatiempos escolásticos que tanto influjo tienen en las otras facultades, nos ha venido de fuera, como de ello se queja uno u otro hombre docto español tan amigo de la verdadera ciencia como enemigo de las hinchazones pedantescas, y sumamente ilustrado sobre lo que era o no era verdaderamente de España, y que escribía cuando empezaban a corromperse los estudios en nuestras universidades por el método escolástico que había venido de afuera; lo cual puede verse muy despacio en la apología de la literatura española, escrita por el célebre literato Alonso García Matamoros, natural de Sevilla, maestro de retórica de la universidad de Alcalá de Henares, y uno de los hombres mayores que florecieron en el siglo nuestro de oro, es, a saber, el decimosexto».

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6

Debió ser el hermano mayor, Diego (Jacobo, Jaime), del cual Luisa Sigea, en carta dirigida a Pablo III, en 1.547, indicaba que
«el mayor ha sido educado bajo los mismos auspicios que yo en el dominio de muchas lenguas, y durante veintiún años se consagró a la Filosofía y a la Sagrada Teología, primero en la Universidad Complutense, después en Coimbra, y con la aceptación de su piedad y costumbres recibió las órdenes religiosas».
Decimos que debió de ser éste, pues de su segundo hermano, Antonio, en la misma carta nos dice:
«mi otro hermano, el más pequeño, frecuenta desde hace ya dos años la Curia de Vuestra Santidad junto a Gaspar Barreiros, un hombre digno de alabanza por su conocimiento de las letras y sus virtudes. El más joven, digo, tiene un conocimiento moderado de la lengua latina, de los versos y de la armonía del estilo al escribir y ha sido enviado allí (a Roma) para profundizar en los asuntos de la Curia».
El resto de la carta decía:
«Que Vuestra Santidad que éste sea admitido en Vuestra Familia ordenar juzgue digno, con unas condiciones de vida que, a un hermano de sangre de la políglota Sigea, convengan. Y, al otro, que honrarlo y enriquecerlo con los favores eclesiásticos, sea cual sea la forma en la que se presente, con la plenitud de su poder apostólico se digne Vuestra Santidad. Porque si atiende a mis peticiones Vuestra Santidad, a un hombre adornado de letras y de virtudes pondrá con un redoblado fervor al servicio de Dios, y, como ha ocurrido en otras ocasiones, la liberalidad de Vuestra Santidad se extenderá a lo largo y ancho del mundo, y, nosotros, felices, no lamentaremos jamás ni los trabajos ni los sacrificios que hemos sufrido por las artes liberales cuando nos otorgue a mí y a los míos esa recompensa».
Y cuyo texto latino completo es el siguiente:
«Sunt mihi duo fratres germani, alter natu maior qui paribus mecum auspiciis in linguarum varietate est institutus; deinde in Complutensi, nunc in Conimbricensi publica schola philosophiae ac sacrae theologiae dat operam per XXI annos cum pietatis ac morum approbatione ad sacros ordines initiatus. Est alter natu minor quem iam biennium in anctitatis tuae curia versatur apud Gasparum Barrerium de litteris ac virtutibus benemeritum virum, iuvenis in latinis litteris atque in musicis et scribendi concinnitate mediocriter eruditus, ad curialia perdiscenda negotia missus. Hunc tua Sanctitas in familiam suam dignetur adscici iubere, ea vitae conditione quae Sigae polyglotae fratrem germanum deceat; alterum vero redditus eclesiasticis per aliquam formam quae occurrerit ornare et ditare de apostolicae potestatis plenitudine dignetur tua Sanctitas. Quod si mihi concesserit virum litteris ac virtutibus ornatum ferventius Deo servire faciet, et quem admodum saepe alias, sanctitatis tuae longe lateque patebit liberalitas, et me meosque omnes felices ubi reddiderit, nec operae nec impensae in bonis artibus nos unquam paenitebit».
Vid.: Ribeiro, José Silvestre.- Luiza Sigéa. Breves apontamientos historico-literarios. Lisboa, Typographia da Academia, 1.880, pág. 9.
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7

Como refiere María R. Prieto Corbalán.- Epistolario Latino. Luisa Sigea. Madrid, Akal, 2007, pág. 56:
«no sabemos con exactitud el año en que Diego se llevó a su mujer y a sus hijos a vivir con él a Portugal, pero sí que fue tras la muerte de don Jaime (murió en 1.532), cuando su primogénito, don Teodosio se comprometió a mantenerlo en su empleo, sobre los años 1.536 a 1.538».
Este es el período en que el capitán Juan Cano, vecino de Tarancón, y que acabará casándose con una parienta suya, María Cano,
«figurando en algunas ocasiones como alcalde ordinario de Tarancón»

(Pérez Ramírez, Dimas.- Tarancón en la historia. Vol I. Tarancón, Imp. Antona, 1.994, pág. 158),

«pretendería casarse con Luisa en los últimos años que ésta pasaría en Tarancón, cuando la joven rondaba los catorce o quince años».
Hay que dejar constancia de que Bourdon considera que estos amoríos fueron en el momento en que le pretendió Francisco de Cuevas (pero esto fue en la década del 50, por lo que nos parece improbable que tras más de 15 años de ausencia de Tarancón, le saliera a Luisa un pretendiente de su pueblo natal), optando por éste último, y aunque Serrano y Sanz fijaba la fecha de estos amoríos en 1.542, debemos considerar esta fecha como improbable también, toda vez que Luisa ya estaba en Portugal.


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8

Baranda Leturio, Nieves.- «Mujeres y escritura en el Siglo de Oro: una relación inestable», in Litterae: Cuadernos de cultura escrita. Año III-IV (2003-204), núm. 3-4, pág. 73:
«una muestra particularmente destacada de este tipo de mujer sabia y de su estrecha dependencia del medio familiar es Luisa Sigea (1522-1560). Luisa y Ángela eran hijas de Diego Sigeo, un erudito francés educado en Alcalá con algunos de los más destacados maestros del momento. Sus conocimientos le sirvieron para ser preceptor en Toledo al servicio de María Pacheco, a quien acompañó en su huida a Portugal en 1.521. Allí permaneció a su lado nueve años más, hasta que en 1.530 entra a servir la riquísima y noble familia portuguesa Braganza. Luisa nació estando su padre ausente (sic, ?), pero puede que con ella se aplicara el método educativo que preconizaban los humanistas más avanzados y que consistía en sumergir a los niños en un ambiente de latinidad, en el que para comunicarse en lo cotidiano empleaban frases en latín, con lo que se familiarizaban con esa lengua antes de poderla leer o escribir. En 1.530 (sic,?) la familia Sigeo se reúne con él, que pone todo su afán en cultivar a las hijas sobre todo a dos aspectos: la música y las lenguas clásicas. En la música ambas llegaron a ser dos virtuosas, si bien en este aspecto destacó siempre Ángela; y a la inversa, mientras ambas dominaban el latín y el griego, los conocimientos de Luisa en este aspecto eran superiores y los fue ampliando con el estudio constante a lo largo del tiempo, añadiendo el hebreo, el árabe y el siríaco, además de lenguas modernas como el portugués, el francés y el italiano. Rápidamente Luisa se convirtió en una erudita políglota que pasó a suscitar la admiración de sus coetáneos y debido a su fama en 1.542 entró al servicio de la reina doña Catalina, esposa de Juan II, en cuya corte ya vivía su hermana Ángela. La educación de Luisa (y la de Ángela) fue fruto de la voluntad de su padre, que como erudito, humanista y maestro hizo de sus hijas el mejor escaparate de sus propias habilidades docentes».

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9

Joao Soares de Urró (Juan Suárez), obispo de Coimbra (1507-1572) de 1.545 a 1572. Participó en el Concilio de Trento.


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10

Pacheco, frei Miguel.- Vida de la Serenissima Infanta D. María, hija del rey D. Manuel, fundadora de la insigne capilla de Nuestra Señora de la Luz. Lisboa, Officina de Ivan de la Costa, 1675, pág. 89.


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11

Existe constancia en los llamados «Libros de Moradia». (libros de cuentas de gastos) de la reina doña Catalina, desde 1.543, en los que aparece el sueldo de Luisa (16.000 reales) por su labor como «latina».

Vid. Michaëlis de Vasconcelos, Carolina.- A Infanta D. Maria de Portugal (1521-1577) e as suas damas. Edic. Facsímil. Lisboa, CNCDP, 1.994, pág. 89 , nota 164.
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12

Juan de Vergara (1492-1557) fue un importante humanista toledano, que trabajó en la Biblia Políglota de Cisneros (junto a Bartolomé de Castro tradujo textos griegos) y en la traducción de Aristóteles (Física, De anima, Metafísica). Converso, catedrático de Filosofía en la Universidad de Alcalá de Henares, secretario particular del arzobispo de Toledo, D. Alfonso de Fonseca, y gran admirador de Erasmo (como su hermana Isabel, de la que ya hemos hecho referencia, mujer docta y traductora del mismo, como nos refiere el propio Vergara:
«Soror Elisabetha, virgo a musis non abhorrens, qua primum libris tuis hispani patrio apud nos sermone loquuntur»,
fue encarcelado en 1533 por la Inquisición de Toledo, acusado de luterano y alumbrado. Recobró la libertad en 1.547.

Recordemos que Francisco de Enzinas ya dijo de él en sus «Memorias»:

«Novimus Ioannem Vergaram Complutensem, hominem singulari prudentia et doctrina ornatum, obtrectatione monachorum... comprehensum, nec alterius criminis accusatum quam quod Erasmo Roterodamo faveret et eius scripta probaret. Quem tamen Vergaram vix dominus quidem ipsius Archiepiscopus Toletanus, totius Hispaniae primas, nisi post aliquot annos detentionis, maximis sumptibus, maximis laboribus potuit liberare».
Su hermano Francisco de Vergara (†1545) fue catedrático de griego también en Alcalá, sustituyendo a El Pinciano (Hernán Núñez de Guzmán), al tener que huir por apoyar a los Comuneros.
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13

Y cuya traducción sería:
«¿Cómo es posible que una mujer, qué digo, todavía una niña casi, y además española, escriba tan bien en latín, conozca tan magistralmente el griego? ¿De dónde ha aprendido esa habilidad y esa gracia con la que hermosea las formas literarias de las dos lenguas? (…) Y yo digo, ¿qué hay de admirable en que esas Musas vuestras comiencen al fin a posar sus miradas en su propio sexo, si igualmente las propias gracias se preocupan por derramar sus propias delicias, su talento y su belleza, para adornar el ingenio femenino? ¿Por qué aquella Abundancia que vosotros inventasteis vuelca siempre su cuerno lleno de flores y de dones en el regazo de los hombres, actuando de manera contraria a su sexo? Y para terminar con estas fábulas, ¿pensáis siempre que la bondad divina ha privado a este sexo de los dones del espíritu humano, hasta tal punto de que en aquel también, como vemos que sucede entre los hombres, el esfuerzo continuo no puede vencer ocasionalmente a la naturaleza? De esta manera les hablé. Pero, como suele decirse, fue como hablar a los sordos. En fin, ante esto decidí resignarme con mi derrota ante los hombres, puesto que tu capacidad era considerada como increíble, como lo es ciertamente».
En esta misma carta reconoce Juan de Vergara que fue maestro de su padre:
«¿Ciertamente quise mucho a tu padre, quien en otro tiempo fue un niño de excelentes aptitudes naturales y después un adolescente nacido completamente para el estudio de las letras...».
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