miércoles, 23 de septiembre de 2015

CARTA DE LUISA SIGEA A MAGDALENA DE PADILLA (1556).

En 1556, Luisa Sigea dirigió esta carta a Magdalena de Padilla, quizá algún familiar descendiente de los antiguos señores de su padre, Juan de Padilla y María Pacheco:

 Esta carta fue editaba por M. Serrano y Sanz. Biblioteca de Autores Españoles. Apuntes para una Biblioteca de escritoras españolas. Desde el año 1.401 al 1.833. Vol II. Madrid: Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos, 1.905, pág. 414.





“Ad Dominam Magdalenam a Padilla, virgunculam nobilitate et aliquantula eruditione ornatam, quod inusitatum esse solet, eoque nomine pluris faciendum”.
Solet nempe veteranus miles, cum de oblato sibi tyrunculo experimentum vult facere, animi vim atque solertiam corporis robore metiri, quasi haec sit veluti "transenna" quaedam per quam animi indoles possit facillime perspicere, sitque utrumque ad exautlandos militiae labores perquam necessarium; membrorum videlicet bene composita symmetria, ac animi vigor non vulgaris.
Ita ego in Musarum castris iam ferme emerita, dum te nudiustertius in Serenissimae Principis cubiculo conspicerem, latinae linguae tyrocinium modo negantem, modo aliquantulum fatentem, ac lepidulis tuis salibus "amouson" te plane esse simulantem mecum, te intus et in cute considerabam, eaque mihi videbaris, ac in dies magis videris, quae litterarum peritiam, si vixeris, foelicissime obtineas, et dum vixeris foveas perhumaniter, si tamen exitialem illam et monstrosam persuasionem aulico convictu non ebibas, quae mentes hominum iam diu invasit, aut non esse studia nobilibus attigenda aut summis labiis, ad pompam potius ingenii quam animi cultum delibanda. Cave igitur tibi, inclyta Magdalena, nam venena semper dantur melle circumlita; et si ad plenum qui sit Musarum fructus vis percipere, illarumque aditus non omnium principum aulis postponendos ingredi, ac cum illis versari familiariter, animi fastus inprimis exue, ac supercilium depone; benevolae enim sunt Musae ac perbenignae, quidquid elationis olfecerint abhorrent et exterminant.
Deinde doctos quosque fove, suscipe, ac tractabilem erga eos te praebe, semper addubitans aliquid, eos sciscitare, minimum quemque credens posse te docere, te vero neminem. Cum insciis vero non de litterarum peritia agas, flocci enim faciunt quod ignorant. Quum veluti solent qui thesauros occultare volunt, si non datur seponere, ruderibus integunt ut praetereuntes non deprehendant, nisi quos dignos ipsi ex munere censuerint, ita facito. Faciesque illud magni ingenii opus quod aiunt, hoc est seria facere quae sunt ridicula, et quae sunt austerula, superinducto lepore dulcia. Cum autem de rebus aulicis egeris, non de Musis agas, nec cum de Musis rursum de aulicis; quin et lepide et perhumaniter de unoquoque, prout expedit, ita ut tuis in verbis seria sint admixta naeniis et naeniae admistae seriis; eo ordine eaque arte ut et illa hinc dignitatem, et haec hinc hilaritatem gratiamque lucrifaciant.
In omnibus tandem talem et praebe ut nec a tuis degeneres parentibus, nec indigna Musis videaris, ut cum illis convictum habeas, teque illam veram ac nunquam emorituram animi nobilitatem edoceant quae sit ut illa possideas. Ne tamen te oblonga epistola obtundam, de his satis, dum memineris non abs re fuisse de his te velle admonitan reddere illam feminam quae et Principes docuit et cum Reginis de studiorum ratione libere agere non exhorruit.
Vale.
Foeliciter.
Apud Vallisoletum”.
“A doña Magdalena de Padilla, doncellita engalanada con las joyas de la nobleza y de un poquito de erudición, y porque inusitado suele ser este hecho, por ello más debe ser tenida en estima".
Acostumbra, ciertamente, el soldado veterano, cuando, presentado ante sí el recluta, una prueba le quiere hacer, a evaluar con dureza la violencia de su carácter y la habilidad de su cuerpo, como si, por decirlo de alguna manera, esto fuera un engaño por medio del cual sus cualidades naturales pueda más fácilmente ver con detenimiento, pues ambas cosas para la ocupación militar son muy necesarias; es evidente que lo más ventajoso es la aprestada simetría de los miembros del cuerpo y una fuerza vital no común.
De esta suerte, yo, ya casi cumplido el servicio militar en el campamento de las Musas, todavía en esto pensaba hace dos días, cuando estábamos en los aposentos de Su Serenísima Princesa (doña María de Portugal), a saber, en el recluta inexperto de la lengua latina, que unas veces se niega a aprenderla y otras concede un poquito en estudiarla. Pero, con tus graciosillas agudezas "sin gusto", tú abiertamente eres una simuladora conmigo. Yo, que te consideraba como si te hubiera echado al mundo, y que eras vista por mí de ésta y no de otra manera. Yo, que mirando al futuro veía que la ciencia de las Bellas Artes, si vives, muy venturosamente lograbas alcanzar, y que habrás sobrevivido a las emboscadas con mucho cariño, si de aquella perniciosa y rara persuasión por la vida cortesana de palacio no te impregnas, puesto que en las mentes de los hombres desde ha mucho tiempo ha penetrado la idea de no ser los estudios dedicación propia de los nobles, o de que no lo es para los más distinguidos labios, de que es preciso probar levemente las reuniones de gente con talento más bien que dedicarse a la propia instrucción del espíritu. Por consiguiente, cuídate, ilustre Magdalena, pues los venenos siempre son ofrecidos untados en miel. Y si completamente quieres recoger el fruto de las Musas y tener acceso a ellas, posponiendo en las cortes de todos los príncipes no ingresar, y con ellas vivir muy íntimamente, de tu soberbia en primer lugar líbrate y depón tu orgullo, porque las Musas son generosas y de mucha afabilidad, pero ellas toda altivez percibirán, y sienten horror hacia aquélla y la destierran de sí.
Después, mantente al calor de todos los sabios, asume la tarea con ánimo, y amable ante ellos preséntate. Siempre que dudes un poco, indaga sobre ellos lo más mínimo, creyéndote que de ninguna manera puede nadie enseñarte verdaderamente más que ellos. Por otra parte, con los que desconocen la destreza de las bellas letras no hables nada, puesto que ellos poco caso hacen de lo que ignoran. Y así como, por ejemplo, acostumbran quienes sus tesoros quieren ocultar, si no se les permite ponerlo aparte, que con cascotes lo cubren para que las gentes que pasan por delante no lo descubran, excepto los que son dignos de él, que por su dedicación lo apreciarán, así deberás hacer tú. Y haz aquel trabajo con gran talento, como suele decirse, que esto es hacer serias las cosas que son ridículas, y las cuales son un poquito ásperas, recubriendo con gracia las cosas agradables. Empero, cuando tú de las cosas de la vida cortesana te ocupes, no hacia las Musas te encamines, y a la inversa, cuando de las Musas te ocupes no lo hagas de la vida aúlica. Más aún, ejercitate con gracia y con mucho cariño en cada cosa, según convenga, a fin de que en tus palabras las cosas serias estén mezcladas con tristezas y las maceradas tristezas con las serias; con este encadenamiento de cosas y esta habilidad obtendrán, aquéllas, de una parte, dignidad, y éstas, por otro lado, alegría y gracia.
Finalmente, en todas las ocasiones muéstrate tal cual y digna, para que no desdigas de tus padres, y no seas vista indigna por las Musas, ni de que te enseñen la verdadera nobleza del espíritu, que nunca ha de extinguirse, para que tú la poseas. No obstante, no te fatigaré con una larga carta. Con esto ya es bastante, mientras no olvides que no hay nada inútil en que quiera darte consejos una mujer que ha enseñado a príncipes y princesas, y que no ha tenido miedo de tratar libremente con reyes sobre la ordenanza de sus estudios.
Adiós.
Sé feliz.
En Valladolid.
(Traducción de Raúl Amores).




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